En la consumación de los siglos, cuando Jesús de Nazaret dijo: "Consumado es", y expiró, finalizó la era del pecado.
- Su muerte le puso fin a la ley, (Romanos 10:4)
- Donde no hay ley, no se inculpa de pecado, (Romanos 5:13)
El hombre tenía una cabeza representante llamada Adán, que lo colocó en pecado; pero apareció el postrer Adán, Jesús de Nazaret, y de la misma manera le pasó su justicia
- "Porque así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos." (Romanos 5:19)
El sacrificio de Jesús en la cruz nos colocó en la posición de "Muertos al pecado", (Romanos 6:2)
Un muerto no tiene pendientes, nuestra cuenta está saldada, limpia. Dios te ve como te dejó hace 2000 años atrás: perfecto, sin mancha y sin arruga, por su sola ofrenda, (Hebreos 10:14)
La maldad que ves hoy día es producto de la carne, el viejo hombre que está viciado y que nos humilla.
Hoy Jesucristo Hombre apareció para explicarnos el Evangelio de la Incircuncisión, que es poder de Dios, (Romanos 1:16)
Con esa información en tu mente tienes el poder para vencer todas las mentiras, debilidades y deseos engañosos de tu carne. Jesucristo Hombre mediante la ciencia de la gracia, te enseña a no tirar golpes al aire, te enseña a golpear tu cuerpo con las armas espirituales, llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo y confiando en la ayuda angelical.
Jesucristo Hombre te aclara que las obras de la carne y el pecado son dos cosas diferentes.
Las obras de la carne son las debilidades que posee todo aquel que vive en un cuerpo. El pecado fue erradicado, fue quitado.
"…pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado." (Hebreos 9:26)